"Si llevas 1.85€ en la cartera y un alma que perder,
acércate a su puerta y llama si te mueres de sed"
Y si tienes hambre también puedes pasar sobre todo si te gusta el pescaito frito en todas sus variedades y especies.
Este es un bar con prestigio en Graná, esta en la calle Navas, la mas céntrica de todas las calles de la ciudad, en la que todavía no hemos hecho mas que poner un pié. Sigo, como dice luisete (erudito donde los haya en esto del yantar), -sí en el local la media de edad es de mas de 50 años podemos entrar con total confianza que nos van a cuidar bien-.
En Los Diamantes el trato no puede ser mejor, desde el punto de vista culinario puedes tomarte tu cervecita que siempre te la van a acompañar con alguna tapita sabrosa. Dicen que el arroz que te ponen a la hora de la comida es exquisito aunque para gustos los colores, lo cierto es que no desmerece en nada el de ninguna arrocería de prestigio de esas que hay en la tierra del piloto, pero en lo que aquí están especializados es en todo lo que viene del mar como puedan ser un cazoncito, unos boqueroncillos, unas gambillas o langostinitos... y que no se me olvide aquí también ponen unas berenjenas fritas que se te va la cabeza.
Desde el punto de vista del trato, mejor aún, el personal que nos atiende es profesional y educado, cualquiera diría que estamos en el epicentro de la malafollá, el bar está muy limpio y siempre bien recogidito. Si hay que ponerle algún pero, quizás decir que o vas a buena hora, esto es mas o menos media hora antes de la salida de los trabajos o tendrás que armarte de paciencia e ir pillando, poco a poco, posiciones cerca de la barra.
Un detalle a tener en cuenta en este bar, sabemos que todo es de calidad, podemos comernos todas las tapillas que queramos, así como raciones y medias raciones, porque cuando no quede mas género, echan el cierre y no entra nadie mas, ya sean las 22:30 de la noche. Si nos ocurre esto siempre podemos ir al Los Diamantes II, que esta en la prolongación de la calle Navas una vez cruzada la calle San Matías.
"Dueño de un cazón,
tan cinco estrellas,
que, hasta el hijo de un Dios,
una vez que lo probó,
se quedó y repitió".
Recomendado por comandante.
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